Se produce en otoño y principios de invierno cuando el agua está más caliente que el aire y la diferencia entre ambas masas es grande. Al estar el agua más caliente hay una transferencia de calor/humedad desde el agua hacia el aire, el cual se satura muy pronto cuando ya no puede contener más vapor de agua. Si además existe una inversión térmica cerca del suelo, como suele ser normal en invierno, se puede llegar a formar niebla.
Más adelante, en invierno, el lago puede volverse lo
suficientemente frío como para reducir dicha diferencia de temperatura, lo cual disminuye el potencial de formación
de niebla de evaporación. La niebla de vapor sobre lagos y otras masas de agua pequeñas a menudo ocurre en condiciones
calmas y suele ser muy poco profunda.
La presencia de aire frío sobre agua caliente estimula la transferencia
de grandes cantidades de calor sensible
y latente del agua hacia el aire. La presión de vapor en la
superficie del agua es mucho más alta que la del
aire frío, lo cual crea un fuerte gradiente de presión de
vapor que fomenta la transferencia rápida
del vapor del agua al aire. Durante un episodio de frío, esta
transferencia ocurre tan rápidamente que el punto de saturación se
alcanza antes de que la temperatura del aire se modere en
alguna medida considerable.
Para que se forme niebla de vapor, la saturación (el aumento del punto de rocío en y cerca
de la superficie) debe ocurrir rápidamente, sin cambios significativos en la temperatura del aire (poco cambio en
el perfil de temperatura).
